Hace 4570 millones de años enormes masas fueron tomando forma a medida que giraban alrededor del Sol. Esos interminables giros de revolución modelaron nuestro planeta. La Tierra rota sobre su eje en la unidad de tiempo que llamamos día, 24 horas. Si bien los pitagóricos y Platón pensaban que nuestro planeta era una esfera perfecta, hoy en día se sabe que está ligeramente achatada en los polos y su forma se denomina geoide.
Unos 3500 años antes de Cristo, en Mesopotamia, se inventó la rueda de alfarero, la primera máquina, que permitió la producción mecanizada. Fue el primer paso hacia la producción seriada de las fábricas de nuestros días. Esta máquina se basaba en el mismo principio que utilizó la naturaleza para esculpir los planetas: modelar girando. El gran invento de la rueda como pieza fundamental de los medios de transporte tal vez deba su origen a los alfareros.
La rueda de alfarero era una máquina de tracción humana, constituida por una mesa circular y plana que se hacía girar. Sobre esta se colocaba la arcilla y las manos eran las principales herramientas que modelaban o torneaban la futura pieza, quizá un cuenco para guardar semillas. Era el inicio de la tornería.
El torno de hoy día, una poderosa herramienta que inspira respeto por su tamaño y fuerza, debe su historia a su antepasado arcilloso. Su funcionamiento ya no es a tracción humana; grandes motores eléctricos hacen girar velozmente las piezas para que el tornero se acerque con afiladas herramientas y, casi sin esfuerzo, desbaste el material hasta conseguir la forma deseada. Madera, plástico, piedra, metal, vidrio y obviamente arcilla son solo algunos de los materiales que se pueden trabajar en el torno. La fuerza de estas máquinas se incrementa cuanto más dura es la materia que se pretende modelar.
Las partículas que se desprenden al trabajar son las principales enemigas del tornero. Trabajar en un torno cerámico para elaborar hermosos floreros puede dejarnos embarrados, pero la preparación de la pasta cerámica deberá realizarse con los mayores cuidados, ya que respirar el polvo de arcilla puede producir enfermedades pulmonares. También el tornero de madera o de metales tiene que cuidarse de las partículas despedidas a alta velocidad, cuando hace un palo de amasar a 2.000 revoluciones por minuto o una punta de reja a 6.000. La careta de protección y la instalación de los elementos de seguridad en la maquinaria son los recaudos fundamentales para evitar accidentes cuando se trabaja en un torno.
Una vieja leyenda dice que hombres y mujeres fuimos creados con arcilla. Sin duda los torneros están ligados a este mito, como la vieja rueda de alfarero está ligada al nacimiento de nuestro planeta Tierra.