Las primeras ciudades se construyeron con barro. Ahora las ciudades se construyen con una variedad de materiales que van del hormigón al plástico, el vidrio o la madera. Pero en esa mezcolanza de materiales y técnicas, el ladrillo sigue teniendo un lugar.
La gran revolución del ladrillo fue el descubrimiento de su cocción. En épocas casi prehistóricas, las casas se empezaron a fabricar con adobe, una mezcla húmeda de arcilla y arena cortada en bloques, que al secarse quedaban bastante sólidos. Luego alguien descubrió que la arcilla cocida en un horno adquiría una dureza singular, y hubo solo un paso hasta aplicar ese descubrimiento en la construcción, elaborando ladrillos y sus parientes cercanos, las tejas.
Si bien con los años la técnica de fabricación de ladrillos sufrió cambios y finalmente se llegó al ladrillo industrial, parejo, homogéneo y sin imperfecciones, la producción artesanal nunca pasó de moda. Aunque en la actualidad sólo se utilice como recubrimiento decorativo, el ladrillo artesanal es valorado justamente por crear la ilusión de que seguimos viviendo en casas de barro.
Un ladrillero comienza su tarea seleccionando la arcilla más conveniente, con el adecuado grado de pureza (no demasiada, porque las impurezas son lo que le da color y resistencia al producto final) y de humedad en su mezcla. Esta arcilla debe ser tratada de diversas maneras antes de que quede lista para llenar moldes con ella. Una vez retirados los moldes, los ladrillos se dejan secar y finalmente se cocinan en un horno especial.
La inhalación de arcilla puede provocar fibrosis pulmonar. Por eso el ladrillero debe humedecerla y utilizar máscara de protección respiratoria. A la hora de cargar los pesados ladrillos, debe velar por su columna.
Hay tantas maneras de cocinar ladrillos como países hay en el mundo, pero el resultado es el mismo: sólidas piezas de una medida adecuada para que el albañil las pueda tomar con una sola mano, de color rojo oscuro o marrón, ásperas al tacto pero extrañamente agradables de acariciar. Cada ladrillo fabricado, tanto como el primer ladrillo del mundo, es una unidad básica, el átomo que conforma la estructura del universo de la construcción.