Pareciera que el ser humano alberga una especie de sentido innato de la geometría. Ya en la prehistoria encontramos muestras de signos básicos (cuadrados, círculos, triángulos, flechas y cruces) de características idénticas en regiones muy distantes de la Tierra, y podríamos pensar que estas figuras encerraban significados semejantes.
Con el paso del tiempo las distintas culturas que poblaron los continentes fueron desarrollando formas más complejas que tenían significados comunes para su sociedad; así aparecieron los primeros signos y símbolos, las primeras letras.
Hoy nos resultaría difícil imaginarnos un mundo sin letras. Todos disponemos de ellas y todos tenemos la capacidad de diseñarlas con nuestra escritura. Podemos garabatear nuestro nombre con un lápiz, con un marcador grueso o con una ramita en la arena de la playa. Cada una de esas representaciones de nuestro nombre es portadora de un mismo significado, pero también nos comunica sensaciones diferentes.
El diseñador es el encargado de elegir esas sensaciones que nos transmiten las distintas cosas que nos rodean. Diseñar es un trabajo creativo que implica observar, analizar, planificar, proyectar y construir.
El diseñador gráfico trabaja en su computadora, pero también lo hace con todas las herramientas que le permiten dibujar y expresar sus ideas. Si es diseñador industrial también utilizará materiales como las maderas, los plásticos y los metales para construir los distintos modelos de la silla que proyecta para el nuevo restorán, y si es diseñador de modas empleará además varios tipos de telas para armar la falda que empezó como sugerentes manchas de colores sobre una figura humana trazada en un papel.
Todos los diseñadores trabajan sobre una línea imaginaria que une el arte, la comunicación, la industria, la publicidad y el mercado. Nos provocan curiosidad frente al nuevo libro, asombro ante el original logotipo, placer por la comodidad del sillón y sorpresa ante la belleza del vestido o la ligereza de los zapatos. Los diseñadores son los encargados de conferirle a cada uno de los objetos que nos rodean esa magia que los hace únicos.