Antes de saber escribir, incluso antes de saber hablar, un niño pequeño toma una crayola y hace garabatos de colores en un papel (aunque a veces, si los padres se distraen, los trazos saltan hacia los muebles y las paredes). Las manos diminutas no saben todavía cómo sujetar la crayola, pero mejoran a cada instante y en poco tiempo aquellos primeros relámpagos azules y torbellinos rojos comienzan a aplacarse hasta convertirse en formas y figuras reconocibles.
Al crecer, algunos dejan de dibujar porque encuentran otras maneras de divertirse y expresarse, pero otros deciden que se convertirán en dibujantes, es decir, que transformarán el dibujo en su trabajo.
Algunos dibujantes se especializan en hacer caricaturas: una especie de retratos divertidos en los que el artista es libre de deformar la realidad, acentuando algún rasgo particular del retratado; por ejemplo, los dientes, la nariz, el bigote, el pelo (o la ausencia de pelo), es decir, cualquier cosa que pueda ser exagerada con una intención que suele ser cómica. Es frecuente que algunas publicaciones, ya sean diarios o revistas, le encarguen al caricaturista el dibujo de algún personaje famoso, y no es extraño que luego ese dibujo sea digitalizado (o sea, convertido en una imagen digital hecha de píxeles) para que también se pueda ver en internet.
Claro que no todos los dibujantes son caricaturistas; algunos se dedican al trabajo de ilustración. Este libro es un buen ejemplo de eso. Como se ve, en cada página hay un dibujo relacionado con el tema del que trata el texto que lo acompaña: son como dos buenos amigos que se ayudan en todo lo que pueden. Mientras el dibujo sirve para entender mejor lo que dice el texto, este amplía y profundiza la idea que se puede ver en la ilustración.
Otras veces el dibujo no va a acompañado de mucho texto, sino que es la representación de algo que todavía no existe; puede tratarse de los planos de una casa o los esquemas de un nuevo modelo de automóvil. Casi todo lo que nos rodea comenzó siendo un dibujo, trazos sobre el fondo blanco de una hoja en la mesa del dibujante técnico.
Todo este trabajo requiere mucho tiempo de quietud, porque ya se sabe que es muy difícil dibujar mientras uno camina, corre, anda en bicicleta o en patines. Por eso es necesario que la silla sea cómoda y que la mesa de trabajo esté levemente inclinada, para que el dibujante no tenga que estar encorvado hacia adelante y así se evite dolores en la espalda y el cuello. Y tan importante como el mobiliario es la iluminación del lugar de trabajo, porque cuanto mejor sea la luz más difícil será que los ojos del dibujante se cansen y le ardan. Así, con ojos sanos y una espalda sin dolor, el dibujante será libre de seguir imaginando lo que todavía no existe para hacerlo existir en el reino del papel.