Hay gente que no respeta las normas de convivencia. Gente que espera a que todos duerman en una casa para entrar sigilosamente y robar todo lo que pueda. O gente enojada que pierde los estribos y trata de golpear a otros. O gente confundida, que malinterpreta lo que otro dice o hace y se pone violenta. O gente que maneja su auto temerariamente, que abusa de la confianza ajena o que trata de sacar provecho de otros. Los encargados de solucionar estos problemas son los policías.
Ellos son hombres y mujeres que, vestidos de uniforme para que podamos distinguirlos fácilmente cuando necesitemos su ayuda, recorren la ciudad tanto de día como de noche para asegurarse de que todo está bien. Es frecuente verlos en patrullas, en motos, a caballo, a pie y hasta en bicicletas. Lo importante para ellos es llegar rápidamente al lugar donde los necesitan.
Los motivos por los que la gente llama a la policía son muy variados. El robo es, quizá, el más frecuente. En este caso la misión del policía es recuperar el objeto robado, devolvérselo a su dueño y llevar al ladrón ante el juez para que este decida cuál será su pena. No es un trabajo sencillo; cuanto más preparado y entrenado está un policía, más posibilidades tiene de evitar ser herido y de tener que herir gravemente al ladrón.
Un agente siempre lleva encima su arma reglamentaria, pero no debe usarla para atacar, sino para defenderse o defender a otros. Un buen policía nunca hace el primer tiro; incluso puede llegar a jubilarse sin haber disparado su arma en la calle. Además, es precavido: nunca sale sin su chaleco antibalas y sus elementos de seguridad, porque una de las cosas con las que el policía está en contacto es con la violencia ajena.
El policía es un guardián público que tiene por deber proteger a todos, pero también hay otros guardianes con roles un poco más específicos. Así, el sereno y el guardia de seguridad tienen la obligación de vigilar la fábrica, el edificio, el comercio o la esquina que se les asigne. Ya sea a la intemperie, yendo y viniendo por la noche o guarecidos en una pequeña garita, su tarea es la de ser los ojos de los que duermen a esa hora.
La tarea del policía y del guardia de seguridad exige mucho compromiso y valor. En ellos está la preocupación por el bienestar de los demás y la vocación de extender una mano cuando alguien la necesite.