–¡Niké! –dijo Filípides, el soldado griego, luego de correr 40 kilómetros sin parar, y se desplomó muerto en el suelo. Su misión era ir desde la ciudad de Maratón hasta Atenas para avisar que el ejército griego había derrotado al persa. De no haber llegado a tiempo, las mujeres y los niños se habrían suicidado en masa para no caer en manos del enemigo. Niké en griego significa ‘victoria’.

Esta antigua hazaña bautizó la célebre prueba olímpica llamada maratón.

Los calzados deportivos son el zapato más popular del último siglo, como las krepis –las sandalias que usó Filípides para correr la primera maratón de la historia– eran el calzado más común en la Grecia del siglo V a. C. De las krepis griegas derivaron las sandalias romanas, muy parecidas a las romanitas que hoy usamos en la playa.

La temperatura y los riesgos del entorno han ido forjando los distintos tipos de calzado de la historia. Las sandalias nacieron como una suela atada al pie o al tobillo en los países calurosos, para caminar por la arena o las rocas sin lastimarse. En las zonas más frías surgieron las botas, como las de piel de foca que usaban los esquimales para protegerse del frío.

Los zapateros artesanales trabajan con cuero curtido, tela, goma, pegamento, martillos, clavos y cuchillas. La pala es la parte superior del zapato. Para darle la forma deseada, el zapatero la recorta con una cuchilla afilada. Luego la coloca alrededor de la horma, un molde rígido que imita la forma del pie, y la moldea con el martillo. Después le practica los agujeros necesarios para unirla a la suela, que es el elemento más resistente. Puede ir cosida o pegada a la pala.

Durante todo el proceso, el zapatero debe proteger sus manos de los múltiples elementos cortantes y punzantes, y tomar las precauciones debidas en el manejo de pegamentos tóxicos.

Antiguamente los zapateros diseñaban, fabricaban y arreglaban el calzado; hoy en día la mayoría se limita a repararlo, ya que la fabricación es industrial. Sin embargo, todavía existen unos pocos artesanos que se dedican a la exclusiva industria de los zapatos a medida.

Actualmente se producen en el mundo unos 12 mil millones de pares de zapatos al año, unos dos pares por persona. Cantidad suficiente para que todos sin excepción podamos correr con los calzados que más nos gusten o, por qué no, con las krepis de Filípides.