El de vendedor parece un oficio, pero en realidad se trata de muchos. Tantos como productos hay para vender. No es lo mismo vender zapatos que tractores, libros que fruta, computadoras que seguros de vida. Cada vendedor tiene que conocer muy bien el producto con el que comercia y, más aún, debe conocer el tipo de clientes con que trata y las necesidades que tienen.

El comercio sin vendedores es un invento del siglo xx. Un supermercado tiene cajeros, reponedores, guardias, carniceros, fiambreros, panaderos y muchos empleados más, pero no tiene vendedores. Para el cliente es más cómodo recorrer las góndolas con su carrito, haciendo las compras de la semana con libertad y sin presiones. Pero ¿qué pasa cuando se enfrenta solitario a quince variedades de mostaza? ¿Cuál es la mejor para combinar con determinado fiambre, cuál la menos picante, cuál la más? ¿Cuál elegir? ¡Qué bien vendría en ese momento un vendedor que supiera de mostazas y pudiera asesorar!

De hecho, los comercios tipo «sírvase usted mismo» que venden mercaderías más específicas (ferreterías, ­jugueterías, tiendas de ropa, hasta mueblerías) no tienen vendedores, pero por los pasillos revolotean asesores listos para aconsejar al cliente ante cualquier duda. No son vendedores, pero casi.

Los vendedores tienen que ser muy pacientes, también amables en las buenas y en las malas, incluso con ese cliente que se probó quince pares de zapatos y finalmente se va sin comprar nada. Y tienen que conocer su género. No se puede vender libros sin saber nada de literatura, ni se puede vender fideos sin saber nada de salsas o vinos.

El vendedor típico es aquel que permanece de pie junto al cliente cuando este le pregunta por alguna mercadería y vuelve a sentarse cuando ya nadie se encuentra en el local, para descansar así las piernas de las agotadoras jornadas. Pero también están los atípicos, los vendedores ambulantes que pasan el día en la calle, yendo puerta por puerta a buscar al cliente en lugar de esperarlo en un local. Son los vendedores más libres, los más sufridos y los más independientes.