Dicen que los orígenes del humor son los orígenes humanos: tras el paso del peligro, el hombre expresaba alivio mediante la risa. Con el tiempo, los agraciados que sabían hacer reír a los demás con sus ocurrencias, la chispa, las piruetas y su manera de poner en ridículo las debilidades propias o ajenas se convirtieron en bufones. Ya en el 2500 a. C. los faraones egipcios se entretenían con ellos, y en el Imperio Azteca los payasos enanos y los bufones jorobados entretenían a Moctezuma y a su corte.

Los bufones de ayer son los payasos de hoy. En el árbol genealógico de los oficios, ellos cuentan con muchos familiares: malabaristas, equilibristas, acróbatas, domadores, animadores (de campamentos, de excursiones, de ferias, festivales o fiestas), magos y prestidigitadores. Para entretener a los niños o a los adultos, los payasos usan partecitas de cada una de las habilidades de sus «primos». Disfrazados con la tradicional nariz roja, el rostro pintado, unos zapatones, ropa colorida y remendada y una absurda peluca, saben contar un ­repertorio variadísimo de chistes, hacen malabarismo con bolas, clavas y platos, y conocen una pizca o una cantidad de acrobacias, mímicas, piruetas o magia. Hay quienes además entrenan animales.

En el circo (que es su casa principal, donde ellos hacen su número entre valientes domadores, trapecistas tan livianos como pájaros y magos capaces de levitar y sacar conejos de una galera), o en alguna fiesta infantil adonde hayan sido invitados, ellos usan todos esos conocimientos para ponerlos en juego: el payaso es torpe y se va a tambalear varias veces en la cuerda del equilibrista hasta el probable porrazo, perderá una de las bolas que bailan en el aire, arruinará su truco mágico o será burlado por uno de los perros que pretende dominar.

El payaso debe cuidarse de eventuales accidentes: el cuerpo es su herramienta de trabajo y, aunque simule ser desmañado y torpe, en el fondo debe conocer todas las técnicas que practique. Sólo así sabrá cómo fallar, y en el fallo estrepitoso está su capacidad de lograr la risa.