La Revolución mexicana comenzó en 1910 con un levantamiento encabezado por Francisco Madero contra el porfiriato, el gobierno de estilo dictatorial de Porfirio Díaz. Madero buscaba instalar un gobierno democrático liberal y llegó a ser presidente en 1911, pero su política provocó la reacción de varios de sus compañeros que, liderados por Pascual Orozco y Emiliano Zapata, se rebelaron en su contra.

En 1913, Madero fue derrocado y asesinado, y la presidencia fue ocupada por Victoriano Huerta. Nuevamente se produjo un levantamiento liderado por Venustiano Carranza y Francisco Pancho Villa que provocó la caída de Huerta en 1914 y su sustitución por un gobierno provisorio.

En 1917, con una nueva Constitución, fue electo presidente Carranza, que gobernó hasta 1920 pero debió enfrentar a sus antiguos aliados Zapata y Villa. La revolución fue haciéndose cada vez más conservadora y los líderes de la primera etapa cayeron.

Hacia 1925 el proceso de transformación había terminado aunque no se logró la paz hasta varios años después. En la década de 1930, el presidente Lázaro Cárdenas institucionalizó la revolución.

Muchas figuras adquirieron relevancia en ese período. Se destacan algunos personajes cuya influencia fue muy significativa, entre ellos Pancho Villa, un líder del norte, y Emiliano Zapata, originario del sur, que tenían una concepción particular de la revolución. Ambos encabezaron corrientes populares: Villa liderando a los pequeños productores rurales y Zapata a los campesinos indígenas. Para los dos, la revolución debía promover una transformación de los esquemas de propiedad de la tierra y dar lugar a una profunda reforma agraria. Esto los convirtió en héroes míticos de las clases populares no solo mexicanas sino también de otras partes del continente americano.