A mediados de la década de 1980, los cambios efectuados en la Unión Soviética por el gobierno de Mijaíl Gorbachov afectaron de forma profunda a las democracias populares de los países con sistemas políticos similares. Entre ellos se encontraba la República Democrática de Alemania, separada de la República Federal de Alemania desde 1949. Esa división se había materializado en 1961 con la construcción de un muro que dividió la ciudad de Berlín en dos, un símbolo del mundo bipolar de la guerra fría.

En 1989, 40 años después de su creación, la República Democrática de Alemania vivía un clima de mucha agitación. Ante la apertura cada vez mayor de la Unión Soviética al mundo occidental y la flexibilización de su régimen, los alemanes realizaron movilizaciones pacíficas a favor de un cambio de sistema y del libre paso entre las dos Alemanias. El 18 de octubre de 1989 renunció el presidente Erich Honecker, uno de los responsables de la creación del muro. Los acontecimientos se sucedieron rápidamente. En la tarde del 9 de noviembre un representante del nuevo gobierno anunció que la circulación entre las dos Alemanias era libre. “¿A partir de cuándo?”, preguntó un periodista. “Desde ya mismo”, fue la respuesta. Miles de personas se agolparon ante el muro. Uno de los pasos fronterizos se abrió a las 11 de la noche. Los berlineses del Este fueron recibidos con alegría por los habitantes de Berlín occidental. Las crónicas de la época cuentan que la gente se abrazaba, bailaba y lloraba en la calle.

El 12 de setiembre de 1990 se firmó en Moscú el acuerdo llamado dos más cuatro, que confirmaba la reunificación alemana. El acuerdo fue firmado por las cuatro potencias que habían ocupado Alemania en 1945, además de representantes de las dos Alemanias. El tratado otorgaba plena soberanía al Estado reunificado.