Luego de la Primera Guerra Mundial, la región de Palestina en el Cercano Oriente quedó bajo el control de Inglaterra. Desde esos años existía un acuerdo entre ingleses y judíos para establecer en aquel territorio el Estado de Israel, un nuevo país que sería ocupado por el pueblo judío. Este acuerdo hizo que en poco más de veinte años la inmigración judía en Palestina creciera hasta llegar al medio millón de habitantes en 1939. El aumento de la población judía despertó el resentimiento de los árabes palestinos. La violencia de los enfrentamientos se agravó. Inglaterra limitó la inmigración judía y finalmente decidió retirarse de la región en 1948.

El asunto quedó en manos de la Organización de las Naciones Unidas, que decidió dividir la región de Palestina en dos países independientes y hacer de Jerusalén una ciudad internacional. El plan fue aceptado por los judíos y rechazado por los árabes. En mayo de 1948 se proclamó el Estado de Israel y se desató la guerra árabe-israelí. Los países árabes vecinos respondieron con una inmediata invasión a los territorios en conflicto; la guerra duró hasta abril de 1949 y a raíz de una serie de derrotas de los árabes, los israelíes ocuparon un territorio mucho mayor del que había sido propuesto por las Naciones Unidas.

Desde la creación de Israel, los enfrentamientos armados y la polémica sobre las fronteras han sido casi constantes en Palestina. El conflicto originado desde la imposición externa de un nuevo país en una región que ya estaba habitada es sumamente complejo. La historia de esta región, su cultura, la religión de sus pueblos, sus sentimientos nacionalistas, así como la importancia estratégica que Israel tiene en la política y la economía mundial, son parte de las claves para comprender el conflicto.